martes, 5 de enero de 2010

ERNESTO "CHE" GUEVARA
¿HÉROE O VILLANO?

¿Me atrevo con el Che? La sola pregunta implica una autocensura que funciona con precisión automática cuando el tema escogido para un artículo presenta aristas incómodas. Y los mitos caídos en la trinchera son lo más sagrado de la religión atea, tanto, que analizarlos críticamente implica la expulsión directa del paraíso.

En estos tiempos en los que Don Quijote ya no topa con la Iglesia (quizá porque la pobre lleva años zarandeada), choca frontalmente con las religiones ideológicas, cuyos autos de fe contra los herejes son implacables. Y el Che es la fe en ella misma, el Santo Grial de los revolucionarios, el cáliz donde beben las bocas sedientas de viejas ideologías.

¿Quién duda de la bondad extrema del Che, de su entrega, de su heroicidad? Él, que sacrificó una vida de bienestar, que huyó de las medallas y de los honores, que volvió a las selvas de la lucha, allí donde germinaba la semilla de la revolución. Él, que dio su vida por el pueblo. Icono de masas, profeta de libertades y marca comercial por excelencia, el Che sobrevive al tiempo y a la historia, convertido en el cadáver más exquisito del siglo XX. Dicen que su perfil, extraído de la foto de Alberto Korda, es el símbolo más reproducido de la historia moderna.

Ahora, la película de Steven Soderbergh, con el espléndido Benicio del Toro metido en la piel del mito, da nueva luz al icono, y con ella retornan los tiempos de los pósters en las habitaciones de los adolescentes. Especialmente en Latinoamérica, donde los problemas endémicos se entrecruzan con los mitos revolucionarios y las promesas vacuas de los demagogos populistas. El Che es el paradigma del sacrificio por la causa, el héroe de todas las luchas, el ejemplo de la entrega, o así se ha construido el mito durante décadas de ficción histórica. Deconstruirlo es tanto como cometer sacrilegio a las puertas mismas de San Pedro.

Y, sin embargo, ¿no ha llegado la hora de deconstruir al mito, cuya bondad suprema es uno de los montajes propagandísticos más eficaces de la historia del comunismo? Por supuesto, Ernesto Guevara fue un hombre extraordinario, tanto por su magnética personalidad, como por su capacidad intelectual. Mucho más complejo que su amigo Fidel, un simple autoritario con ínfulas de Mesías, el Che fue el auténtico líder de los sueños utópicos de los años sesenta. Pero ello no evita reflexionar sobre algunos aspectos de su violenta biografía, en nada parecida a Santa Teresa de Calcuta. Fue el Che el que hizo ejecutar a decenas de disidentes cubanos en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, como supervisor de los sumarísimos "juicios revolucionarios" en Cuba. Y fue él mismo el que masacró pueblos enteros de campesinos, en su implacable avance revolucionario.

Estalinista convencido, nunca luchó por la libertad de ningún pueblo, sino para instaurar dictaduras del proletariado en todos los países sudamericanos, y su causa contenía, sin ambages, ni complejos, todos los elementos de la tiranía comunista. ¿Un libertador? Tanto como lo fue cualquier otro líder comunista de la época. Salvador del pueblo, en el sentido más patológicamente egocéntrico, su figura sólo puede entenderse como heroica si se considera heroico imponer las ideas matando a decenas de personas.

Sin duda fue un autoritario, y sin ninguna duda no tuvo problemas morales en ser un asesino. Que su causa naciera de razones nobles, que fuera un hombre con convicciones, que hubiera podido vivir una vida de comodidades y se dedicara a luchar por sus ideas, etcétera, todo es cierto. Pero nada de ello niega la mayor: que fue un enfurecido visionario, que quiso imponer, a sangre y fuego, sus dogmáticas e inapelables razones. Si el Che hubiera ganado en su carrera hacia la liberación, hoy toda Sudamérica sería una patética Cuba. O, peor aún, naufragaría entre déspotas y mafias, cual una Rusia cualquiera. Y nada de ello, nada, tiene que ver con la libertad.

Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona.
16/09/2008

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Totalmente de acuerdo con la magnífica periodista Pilar Rahola, que demuestra en sus artículos una valentía nada común en la actual escena política, periodística y ciudadana española y de muchos otros países más o menos abotargados por el poder y la corrupción.

Dicho lo anterior, me permito ahondar un poco más en ciertos puntos que Pilar toca con sumo acierto respecto a este asesino adorado por revolucionarios de pacotilla que, tal vez, reniegan de la religión y sin embargo se postran ante una vulgar fotografía debidamente retocada de un personaje físicamente atractivo pero que nunca existió tal como ciertos elementos lo presentan al mundo.

Guevara no fue más que un vulgar aventurero que encontró una forma de realizar sus ansias de sangre uniéndose a unas gentes que en nombre de una "milagrosa revolución" iban a salvar a un país de las garras de un dictador, Batista, y de un país imperialista, Estados Unidos. Lo anterior, y algo de acción asegurada, además de la patente de corso para hacer lo que le viniera en gana en nombre de una supuesta revolución liberadora, fue, simplemente, lo que le hizo unirse al bellaco de Fidel Castro y a ayudarle en su traición a Cuba.

Durante la dictadura del General Perón y la del general Pedro Eugenio Aramburu, Guevara en lugar de luchar por su patria y librarla de tanto dictador, muy sabiamente, huyó de Argentina hacia lugares más propicios para sus fines criminales. Seguramente los generales argentinos le habrían cortado la cabeza a la primera ocasión.

Guevara nunca fue aceptado por el pueblo cubano, que siempre lo consideró un extranjero asesino de cubanos, soberbio y racista, además de una persona sucia y desagradable. Fue famoso el olor nauseabundo que desprendía su persona.

En el Congo traicionó a sus hombres huyendo cobardemente, abandonándolos a su suerte mientras él era rescatado por un helicóptero.

Su tan cacareado viaje como "liberador" de Bolivia es otra gran mentira. Se supone que el gran sacerdote Fidel Castro se lo quitó de encima, enviándolo al más inapropiado país de América para convencer a los bolivianos de la necesidad de iniciar una gran revolución. En aquel momento Bolivia tenía como presidente nada menos, que al general René Barrientos Ortuño. Después de que Guevara, llevado de su estúpida soberbia, se enfrentara al Partido Comunista de Bolivia intentando autonombrarse secretario general, y que no sirvió mas que para que lo echaran de allí a patadas, fue abandonado a su suerte por sus amados compañeros revolucionarios, Castro y compañía, los cuales con la colaboración del entonces periodista y "revolucionario" de toda la vida Regis Debray (más tarde ministro de Cultura de Francia bajo el "reinado" del socialista François Miterrand), se encargó de facilitar a la CIA, la situación geográfica en la que se hallaban Guevara y sus compañeros que acabó con la captura del "héroe" y su posterior muerte, al parecer no muy honrosa pero totalmente acorde con la baja calidad humana de Guevara.

Castro y Debray, acordaron que este último acompañara a Guevara en su "invasión" de Bolivia. Cuando ya estaban en el monte, al parecer, Debray, mostró miedo a seguir con aquella locura y Guevara lo dejó ir. O sea, nuestro amigo francés sabía el sitio exacto donde se encontraba su Che, y en cuanto tuvo la ocasión facilitó los datos a quien debía. Con esta jugada Castro conseguía tres cosas, sacarse de arriba a aquel grosero y maloliente argentino, crear un mártir para uso de los simpatizantes más o menos comunistoides del mundo y castigar debidamente a aquel individuo que se atrevió a abandonar a sus hombres en África en lugar de morir con ellos.

Aviso para ciertos personajes que se enorgullecen de tener en su habitación un poster del "Che" o de lucir lindas camisetas con su imagen, Ernesto "Che" Guevara además de asesino, criminal, sucio, soberbio, traidor y racista, era un homófobo de los pies a la cabeza. Quienes admiran a este asesino por su personalidad o inteligencia, se asemejan a los que admiraban a Hitler, por ejemplo, por esas mismas dotes. Si lo admiran por su supuesta belleza física, que sean valientes y lo hagan por eso, pero sin darle esa impropia aura santificadora que no hace más que rebajar a quienes lo tienen por mártir y héroe.

No hablaremos en esta ocasión de los asesinatos de cubanos permitidos por Castro, ni de la desaparición del héroe Camilo Cienfuegos, ni de la prisión de tantos y tantos revolucionarios que por no comulgar con la traición a la Revolución llevada a cabo por parte de Castro una vez aferrado al poder, fueron encarcelados o fusilados por traidores a la revolución castrista, que no de los cubanos. Ni del asesinato de Ochoa. Ni de las Damas de Blanco. Ni de Yoani Sanchez. Ni, Ni, Ni...

Tampoco hablaremos de la situación económica y cultural de la Cuba de 1958 y de la infame situación actual de la Cuba comunista después de 51 años del "triunfo del desastre". Ni de la pobre Ciudad de la Habana, "burdel de los americanos" en 1958 y, actualmente, burdel del mundo. Ni de la "falta" de libertad en 1958 y la actual situación respecto a libertades y derechos. Ni de la ayuda facilitada por los Estados Unidos a Castro y SU revolución. Ni de la emigración catastrófica que ha obligado a millones de cubanos a irse de su patria, si les deja Castro y sus acólitos. Ni del apoyo que ciertos paises que se tienen por democráticos les prestan a los traidores que durante medio siglo han desangrado al país y a sus gentes.

Los argentinos no pueden estar muy orgullosos de su compatriota pero sí pueden dar gracias a que su famoso Guevara saliera de su tierra y a que, curiosamente, el gran patriota Ernesto, no intentara ayudar a sus paisanos a liberarse de tanto general y político ladrón y asesino, por desgracia marca de la gran Nación Argentina. Ahora están mal, pero se libraron de estar mucho peor, como Cuba, por ejemplo.
Los posibles simpatizantes del régimen cubano, sean gobiernos o personas de a pié, deberían abrir los ojos, y la mente, e intentar conocer qué es lo que apoyan y, tal vez, lo pensaran mejor, pero si siguen con su apoyo, al menos no podrán negar que apoyando al sistema cubano, no tienen ningún derecho a hablar de libertad y justicia.

Por suerte, y pese a los dirigentes (y simpatizantes) comunista-fidelistoides de dentro y de fuera, dentro de la Isla hay un movimiento de rebeldía, por parte de cada día más personas contra el sistema dictatorial cubano, personas que se exponen a la cárcel y a sufrimientos para intentar hacer que cambie hacia mejor un sistema de oprobio del poder sobre todo un pueblo, como el tan admirado (por gentes sin escrúpulos, sin sentido común e ignorantes de lo que es la más mínima humanidad) sistema comunista-fidelista cubano.

Sirva este comentario como un reconocimiento al sufrimiento de un pueblo que no se lo merece, así como un apoyo en estos momentos tan difíciles en que el mundo parece ignorar la situación de millones de personas bajo la bota de los Castro y de su pandilla de degenerados, que no saben, o no quieren, darse cuenta de que estamos en el Siglo XXI, año 2010, y que ya es hora de evolucionar o abandonar las poltronas y las prebendas dejando a otros la guía. Ellos no sirven, y no ha sido por falta de tiempo, apoyo y oportunidades. Fatalmente, hay que reconocer su absoluta inutilidad como gobernantes.

En general, quien utiliza el poder para machacar, explotar y asesinar a otros seres humanos, no merece el menor respeto como persona ni, mucho menos, la adoración de otras personas, que, por cierto, demuestran una cierta falta de personalidad y de cerebro. Por los mismos crímenes contra los seres humanos no se puede perdonar a unos y culpar a otros. Es estúpido escandalizarse por los crímenes nazis e, hipócritamente, comprender los crímenes comunistas. No se puede reprobar una dictadura y sus crímenes por ser de izquierdas y aplaudir a una misma dictadura y sus crímenes por ser de derechas. No se puede apoyar en el poder a un asesino por que diga que es de izquierdas e intentar derrocar a un asesino por que diga que es de derechas. Si hay muertos, terror, falta de libertad, explotación, hambre, mentira, hipocresía... ningún sistema ni idea es aceptable, tan sólo lo es para los organizadores de la "Religión", para los seres con poco seso que les siguen como borregos sin ver ni oir la realidad, para los sinvergüenzas que quieren medrar adorando a los poderosos, o por fin, la única que puede resulta comprensible: hacer ver que se respeta si la vida está en juego, totalmente honroso si no se cae en la trampa que nos tiende el poder, al menos, de la piel hacia dentro.

!VIVA CUBA¡

2 comentarios:

Willidin dijo...

¡CHÉ ES SINONIMO DE SANGRE!
Pocas veces habia podido leer tanta verdad en tan poco espacio. Si bien Pilar Rahola nos hace la maqueta clara del tirano, aventurero y sangriento Ernesto Guevara de La Serna,Jose termina matizando con sus justos colores a dicho personaje, edulcorado por las palabras de Fidel Castro,retocado por la cámara de Alberto Korda y adorado por millones de incautos que no saben que están adorando a un rasista,a un homòfobo,a un hombre para quien la mujer era un mero objeto,a un sanguinario.
Un hombre además sucio, de poco aseo, que sienpre tuvo miedo a que se le devolviera a Argentina y, aunque paresca raro, un anti cubano. En fin uno de los seres mas despreciables del siglo xx.
Qerelledbarna

Tea dijo...

Estupenda reflexión sobre el Ché. Gracias.